La luz logra despertarme. ¿Se ha hecho de día? Por algún motivo pensaba que en aquel lugar nunca salía el sol. Estoy tumbado boca bajo en el viejo sofá, me intento levantar, pero un intenso dolor en el hombro me advierte de que es mejor quedarse quieto. Lo tengo vendado con un trapo grisáceo, la cual tiene ahora una pequeña mancha roja donde antes estaba la flecha. Intento mirar a mi alrededor sin moverme demasiado. Ahora veo claramente el montón de cajas apiladas por toda la habitación y también observo algunos muebles pequeños, una mesita de café, una lámpara rota, un espejo sucio… No veo al otro chico, ¿se habrá ido y me habrá dejado aquí solo a merced de la muerte? Intento levantarme, no me gusta estar aquí solo. Tardo cinco minutos en sentarme, es más doloroso que cuando tenía la flecha clavada, o tal vez era el miedo el que no me dejaba prestar atención al dolor. Busco la mochila con la mirada pero no la encuentro. ¡No me lo puedo creer! Se ha largado con mi mochila y mi cuchillo, dejándome indefenso y herido. Debo ser realmente idiota para confiar en alguien aquí dentro, después de todo somos enemigos, pero había algo en ese chico que me inspiró confianza, claro, que soy demasiado inocente. Intento ponerme de pie, las piernas me tiemblan y la cabeza me da vueltas, creo que no me he encontrado peor en toda mi vida. Cuando se me empiezan a nublar los ojos me rindo y me siento de nuevo en el sofá con resignación. No importa, pronto llegará alguien y me matará, sinceramente espero que sea él, parece que no me haría sufrir mucho antes de morir. Cierro los ojos, sabiendo que millones de personas me están viendo a través de sus televisores, y por un momento desearía no estar herido para demostrarles a todos ellos que puedo vencer, que mi destino no está decidido por ellos. Oigo un ruido. El cerrojo oxidado. Alguien ha entrado. Intento ponerme alerta, pero mi hombro logra que me desanime, no podré hacer mucho, ¿me escondo? No, acabarían encontrándome y sería peor. Les haré frente, no pienso dejar que crean que soy débil. La puerta comienza a abrirse e instintivamente cojo el cojín que tengo a mi lado, aunque no creo que algo tan mullido le haga frente a otra de esas horribles flechas. Veo los reflejos cobrizos del pelo del chico que me ha vendado y me relajo un poco.
- ¡Buenos días! ¿Ya estás despierto? ¿Quieres desayunar? – una gran sonrisa se forma en su rostro y no puedo evitar devolvérsela.
- ¿Desayunar?
- Sí, mira. – me enseña la mochila. Supongo que no quería llevársela. Dentro hay latas y bolsas de comida de toda clase y mi estómago ruge de alegría. Me sonrojo apretándome la barriga, no me había dado cuenta de que tenía tanta hambre. ¿de dónde habrá sacado comida? - Hay una pequeña tienda de ultramarinos abandonada aquí cerca – dice respondiendo a mi pregunta no formulada. - He arrancado el cartel para que nadie la descubra, pero es cuestión de tiempo que la comida se acabe. ¿Te encuentras mejor? – su voz tiene un tono de preocupación.
- Sí gracias por curarme. - No sé que más decir, aún sigo asimilando lo ocurrido.
- Me alegro – vuelve a tener su tono alegre de siempre. – Por cierto me llamo Chanyeol. – dice mientras se sienta a mi lado y me mira.
- Yo soy Baekhyun.
- Bacon, ¡creo que he traído un poco! – lo observo entre extrañado y divertido mientras busca en la mochila. – Aquí está.
- No creo que eso sea comestible- intervengo al ver el paquete de bacon mohoso que sostiene.- ¿Qué tal algo de piña? – cojo una lata de piña en almíbar he intento abrirla, con la mano izquierda, pero veo que es imposible.
- Trae aquí. – me quita la lata de las manos y se saca el cuchillo del cinturón, pues si que se lo había llevado todo, pero ha vuelto y no puedo evitar preguntarme por qué.
- ¿Por qué me has ayudado? – le cojo por sorpresa y me mira extrañado.
- ¿Y por qué no? No me gusta este juego, y no voy a permitir que me digan lo que tengo que hacer.
- Llegará un momento en el que tengas que matar a alguien para sobrevivir. No podrás huir eternamente.
- ¿Quién ha dicho nada de huir? – otra vez esa sonrisa perfecta.- Tengo un plan, si funciona, todo esto acabará, y sobreviviremos. ¿Me ayudarás?
Sobrevivir, por primera vez desde que comenzaron los juegos me lo planteo, podré salir de aquí y volver con mi familia. Es todo tan idílico que por un momento creo que puede funcionar, el ruido de un cañón me despierta de mi ensoñación. Y me doy cuenta de la realidad: estamos totalmente a su merced, no podemos sobrevivir.
- Como esto siga así moriremos todos en menos de una semana. – dice mirando hacia la ventana tapada.
- ¿Cuántos han muerto? – pregunto intrigado. No recuerdo cuantos cañonazos he oído ya.
- Con este ya van siete. Cinco murieron en la Cornucopia, otro cuando nos conocimos y alguien más cuando estabas durmiendo. - ¿Ha estado toda la noche despierto?
Me fijo en sus ojos, son del mismo color que su pelo y brillan con la luz del sol. Están un poco hinchados ¿Estaba cuidando de mí o simplemente haciendo guardia por si llegaba un tributo con ansias asesinas?
- ¿Y cuál es tu plan para sacarnos de aquí?
- No puedo decírtelo. – Abro mucho los ojos.
- ¿Si no me lo dices cómo quieres que te ayude?
- ¿Vas a ayudarme?- su sonrisa se ilumina cuando me mira perplejo. Como decirle que no a esa sonrisa.
- Iba a ayudarte, pero no sé como hacerlo si no me cuentas que piensas hacer.
- No puedo decírtelo. Nos vigilan, ¿recuerdas? Ahora mismo nos están viendo y no voy a dejar que sepan como puedo vencerles. – Oh no, no ha dicho eso. Se van a enfadar y mucho. Y no tengo ningunas ganas de ver a los repipis del Capitolio enfadados. – Confía en mí, por favor…
Sus ojos me dicen que no miente, por alguna extraña razón que no logro entender confío en él. Tal vez sea esa sonrisa risueña, o la inocencia y sinceridad de su mirada.
- Bueno, no tengo nada que perder, iba a morir tarde temprano, al menos moriré intentando salvarnos. – suelto con fingida indiferencia.
Vuelve a sonreír. No lo hagas más, es imposible no darle la razón en todo cuando sonríe. Y así empezamos a desayunar. La piña está deliciosa, hace horas que no como, pero me parecen siglos. Mientras terminamos el desayuno me cuenta que pertenecía al Distrito 3, la chica que venía con él había muerto entre el fragor de la batalla, se había empeñado en hacerse con una pistola, pero parece ser que alguien se le adelantó. Chanyeol quería salvarla a ella también, pero mientras todos corrían hacia el cuerno se fue en dirección contraria así encontró este sitio. Cuando terminamos la piña decidimos husmear en las decenas de cajas que nos rodean por si encontramos algo que pueda ser de ayuda. En la mochila por su parte había una linterna, una cuerda, una manta, y algo que supongo que son galletas, aunque bastante rotas. En cambio la mayoría de las cajas están llenas de libros antiguos y figuritas de gatos y pájaros envueltas en papel de periódico. Me detengo a mirar las noticias de uno de los papeles que rodean a un feísimo gato blanco de porcelana con cara de malas pulgas. Está amarillo y arrugado, la fecha es de hace treinta años, habla de una guerra, imágenes de tanques y ametralladoras aparecen por todas partes. No lo entiendo, en clase de Historia no nos han hablado de una guerra hace treinta años. Supongo que el Capitolio se lo ha inventado al igual que el paisaje, para que quede más trágico. Entonces suena un golpe fuerte y seco abajo, y un disparo. Chanyeol y yo nos miramos. Parece que nos han encontrado y no tenemos salida.
@crispiisdemiel
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