jueves, 27 de junio de 2013

Fic EXO Parte 3

Cojo el cuchillo sin pensármelo y Chanyeol se echa la mochila al hombro, me agarra el brazo bueno y me lleva tras una pila de cajas cercanas a la puerta. Se pone un dedo en los labios, indicándome que guarde silencio. Como si fuera a gritarles donde estamos, pienso irónico. Se abre la puerta de un fuerte golpe y cruzan el umbral dos chicos, uno de ellos con una gran arma apoyada sobre el hombro. Noto mi boca secándose y trago la poca saliva que me queda, intento calmar mi respiración, siento la muerte cerca. Chanyeol me sujeta la mano con fuerza y le devuelvo el apretón, está intentando calmarme, decirme que saldremos vivos, ojalá estuviera tan seguro como él. Los dos chicos están a un metro de nosotros, si miraran hacia aquí nos descubrirían, pero están mirando al frente, mirando con detenimiento las cajas abiertas y los papeles esparcidos por todas partes. Con un poco de suerte pensarían que todo estaba así desde el principio.
- ¡Mira, Sehun! Una flecha, y un rastro de sangre. – ¡Mierda la flecha, se me había olvidado cogerla! El que tiene más cara infantil se acerca al sofá y coge la flecha que dejó tirada Chanyeol horas atrás. 
- No puede estar muy lejos. 
- Tal vez no tengamos que preocuparnos si anda herido, ya se morirá solito. – dice mientras le entrega la flecha a su compañero.
- No me confundas con el idiota de Kai. Es demasiado confiado, para asegurarte de que se muere debes verlo morir. Ni siquiera sabe disparar una flecha y que acierte en el blanco. – sus ojos fríos y calculadores observan la saeta con detenimiento.
- Creo que la arquera es su compañera no él. – contesta el joven sonriendo.
- Tanto da, si me los encuentro los mataré a ambos.
- ¡Hey! ¿Que coño hacéis ahí arriba? ¡No hay tiempo para arrumacos, parejita! – la voz se oye desde abajo y provoca varias risas nerviosas, son más de los que parecen y eso hace que me inquiete más aún. 
- Como vuelva a insinuar algo me lo cargo. No soporto a este tío. – Sehun lanza lejos la flecha y baja, seguido de su amigo.
Cuando se encuentran con sus aliados empiezan a conversar, no entiendo lo que dicen, pero rezo por que desistan y se vayan pronto. Me doy cuenta de que me sudan las manos, pero no suelto a Chanyeol. Éste me mira, su mirada es tranquilizadora, y oigo la puerta del exterior ¡Se marchan! Casi salto de la alegría, escucho sus murmullos cesar, estamos a salvo. Entonces alguien dice algo. ¿Qué ha dicho? Me da un vuelco el corazón y presiento que no es nada bueno.
- ¿Chicos, me estáis escuchando? He dicho que por qué no nos quedamos aquí. Es un sitio perfecto para esconderse, y a lo mejor el bobo vuelve. 
Doy por hecho que el bobo soy yo. Miro a mi lado, Chanyeol tiene la mirada perdida, no dice absolutamente nada, no reacciona pero está concentrado, como si estuviera a punto de conseguir la llave maestra para salir de aquí. Vuelven a escucharse pasos, están de acuerdo con quedarse y me derrumbo del todo, ya no hay escapatoria.
- Sehun, tú y Luhan quedaos aquí mientras buscamos algún idiota perdido más.
- Por supuesto, mi capitán – su tono es sarcástico, pero obedece. 
Se escucha la puerta cerrarse de un portazo y de nuevo pasos subiendo, vuelven a estar aquí arriba los mismos chicos de antes. El que tiene el arma se sienta en el sofá y la deja en el suelo. Si pudiera cogerla los tendría a mi merced, pero esta muy lejos.
- Estúpido Kris, se cree que voy a hacer todo lo que dice como si fuera mi jefe. En cuanto pueda me los cargo a todos.
- A todos menos a mi, ¿verdad? – dice con voz dulce quién se llama Luhan, que se sienta su lado.
- Ya sabes que sí.- su tono de voz se dulcifica un tanto. - Pero solo puede quedar uno, si te mueres es tu problema. – añade con indiferencia.
- ¡No te preocupes Hunnie, no me dejaré matar! – Ahogo una risa al oír como lo ha llamado, no le pega para nada.
- ¡Te he dicho mil veces que no me llames así! 
Chanyeol llama mi atención, parece que ya tiene un plan. Por señas me indica que tiremos la pila de cajas hacia ellos y que después le quitaremos el arma y huiremos de allí. Un buen plan, en teoría; de la práctica no estaba tan convencido. Me mira y yo asiento confirmándolo. Estoy tan en tensión que siento como la herida vuelve a las andadas, me aparto el dolor de la cabeza no pienso permitir que esto salga mal. Chanyeol hace la cuenta atrás con los dedos. Tres, dos, uno. Empujo las cajas con toda la fuerza que soy capaz. Sehun y Luhan saltan del sofá, sorprendidos, pero soy más rápido y logro hacerme con el arma, aunque a costa de un horrible dolor en el hombro. Intento levantarla del suelo, pero pesa más de lo que pensaba, es la primera vez que cojo un arma de fuego y, francamente, nunca pensé que lo haría. Cuando logro sostenerla en alto, noto el frío del negro metal recorriéndome los dedos, me siento poderoso e intimidado a la vez. Apunto hacia Sehun sin pensármelo, esperando que no note mi inexperiencia y el hecho de que no tengo ni idea de cómo se dispara esta cosa. Él y Luhan no se mueven lo más mínimo al vernos, parecen no tener intención de atacar, por supuesto, soy yo quien tiene el arma. Me muevo lentamente hacia la salida, esperando a Chanyeol para salir corriendo sin embargo éste se acerca a los otros dos.
- No tenéis porqué hacer esto. Podemos salir vivos de aquí si colaboramos. – ¡Está intentando razonar con ellos!, sin duda alguna está completamente loco.
- ¿Te crees nuestro salvador, grandullón? – Sehun le lanzó una mirada fría y escrutadora.
- Os he escuchado, jamás os matarías entre vosotros, ¿verdad? Podemos impedir que tengáis que hacerlo. – su voz sonaba suplicante, yo ya no estaba tan seguro de su plan maestro para rescatarnos.
- Escuchar a escondidas está mal, sabes. ¿No te lo dijo nunca tu mami? 
Chanyeol duda un momento, pero luego contesta.
- Mi madre está muerta. 
No puedo evitar sorprenderme por esta respuesta, parece haber cogido por sorpresa hasta a nuestros atacantes. Seguramente la muerte de su madre provocó esa idea suicida de salvar a todo el mundo de las garras de la muerte. 
- Interesante. Y ahora, ¿os vais a marchar o esperareis a que vengan nuestros compañeros? Sinceramente, no tengo ganas de limpiar vuestra sangre del suelo.
- ¿Vas a dejarnos ir sin oponer resistencia? – intervengo intrigado por su comportamiento.
- Eres tu quien tiene el arma, aunque dudo mucho que sepas utilizarla, prefiero no arriesgarme. Necesito ganar los juegos.
- Entonces venid con nosotros. – Insistió Chanyeol.- Podemos salvarnos, si cooperamos.
Miro a Sehun, quién a su vez observa a mi compañero. No logro descifrar su expresión pero en su mirada logro ver la crueldad de alguien que ha sido criado para matar, y siento por él más pena que miedo. Me doy cuenta de que Luhan ha desaparecido. ¿Cuándo se ha movido? Sehun muestra una sonrisa felina y noto como su escurridizo compañero me da un codazo en el hombro malherido. No puedo evitar soltar un grito mientras el arma se me escurre de entre los dedos y Luhan la coge antes de que pueda impedirlo. Chanyeol corre a socorrerme antes de que me caiga al suelo y me apoyo en él. Ahora si que no tenemos ninguna oportunidad de salvarnos. Sehun nos mira como si intentara decirnos algo pero no estuviera totalmente seguro y Luhan está a su lado apuntando hacia nosotros.
- Marchaos. – La voz del joven suena quebrada, pero lo que nos dice me deja atónito. – Pero, con una condición…
- Lo que sea. –Dice Chanyeol aún sujetándome por la cintura.
- La chica de mi distrito murió al iniciar los juegos. Quiero que averigüéis quién la mató y me lo digáis. Era pelirroja y de cabello ondulado. - ¿QUÉ? No me lo puedo creer. Lo miro fijamente, hasta su compañero lo observa intrigado, como si el tampoco supiera que estaba pasando. 
- Si lo hacemos, ¿Me escucharás después? Tengo un plan y…
- Si lo hacéis, os estaré dando una oportunidad de sobrevivir por el momento. Lo que pase después no es de mi incumbencia. – le cortó a Chanyeol autoritariamente. – Ahora largo de aquí antes de que cambie de opinión y os vuele los sesos.

@crispiisdemiel

Fic EXO parte 2

La luz logra despertarme. ¿Se ha hecho de día? Por algún motivo pensaba que en aquel lugar nunca salía el sol. Estoy tumbado boca bajo en el viejo sofá, me intento levantar, pero un intenso dolor en el hombro me advierte de que es mejor quedarse quieto. Lo tengo vendado con un trapo grisáceo, la cual tiene ahora una pequeña mancha roja donde antes estaba la flecha. Intento mirar a mi alrededor sin moverme demasiado. Ahora veo claramente el montón de cajas apiladas por toda la habitación y también observo algunos muebles pequeños, una mesita de café, una lámpara rota, un espejo sucio… No veo al otro chico, ¿se habrá ido y me habrá dejado aquí solo a merced de la muerte? Intento levantarme, no me gusta estar aquí solo. Tardo cinco minutos en sentarme, es más doloroso que cuando tenía la flecha clavada, o tal vez era el miedo el que no me dejaba prestar atención al dolor. Busco la mochila con la mirada pero no la encuentro. ¡No me lo puedo creer! Se ha largado con mi mochila y mi cuchillo, dejándome indefenso y herido. Debo ser realmente idiota para confiar en alguien aquí dentro, después de todo somos enemigos, pero había algo en ese chico que me inspiró confianza, claro, que soy demasiado inocente. Intento ponerme de pie, las piernas me tiemblan y la cabeza me da vueltas, creo que no me he encontrado peor en toda mi vida. Cuando se me empiezan a nublar los ojos me rindo y me siento de nuevo en el sofá con resignación. No importa, pronto llegará alguien y me matará, sinceramente espero que sea él, parece que no me haría sufrir mucho antes de morir. Cierro los ojos, sabiendo que millones de personas me están viendo a través de sus televisores, y por un momento desearía no estar herido para demostrarles a todos ellos que puedo vencer, que mi destino no está decidido por ellos. Oigo un ruido. El cerrojo oxidado. Alguien ha entrado. Intento ponerme alerta, pero mi hombro logra que me desanime, no podré hacer mucho, ¿me escondo? No, acabarían encontrándome y sería peor. Les haré frente, no pienso dejar que crean que soy débil. La puerta comienza a abrirse e instintivamente cojo el cojín que tengo a mi lado, aunque no creo que algo tan mullido le haga frente a otra de esas horribles flechas. Veo los reflejos cobrizos del pelo del chico que me ha vendado y me relajo un poco.
- ¡Buenos días! ¿Ya estás despierto? ¿Quieres desayunar? – una gran sonrisa se forma en su rostro y no puedo evitar devolvérsela. 
- ¿Desayunar? 
- Sí, mira. – me enseña la mochila. Supongo que no quería llevársela. Dentro hay latas y bolsas de comida de toda clase y mi estómago ruge de alegría. Me sonrojo apretándome la barriga, no me había dado cuenta de que tenía tanta hambre. ¿de dónde habrá sacado comida? - Hay una pequeña tienda de ultramarinos abandonada aquí cerca – dice respondiendo a mi pregunta no formulada. - He arrancado el cartel para que nadie la descubra, pero es cuestión de tiempo que la comida se acabe. ¿Te encuentras mejor? – su voz tiene un tono de preocupación.
- Sí gracias por curarme. - No sé que más decir, aún sigo asimilando lo ocurrido. 
- Me alegro – vuelve a tener su tono alegre de siempre. – Por cierto me llamo Chanyeol. – dice mientras se sienta a mi lado y me mira.
- Yo soy Baekhyun.
- Bacon, ¡creo que he traído un poco! – lo observo entre extrañado y divertido mientras busca en la mochila. – Aquí está.
- No creo que eso sea comestible- intervengo al ver el paquete de bacon mohoso que sostiene.- ¿Qué tal algo de piña? – cojo una lata de piña en almíbar he intento abrirla, con la mano izquierda, pero veo que es imposible.
- Trae aquí. – me quita la lata de las manos y se saca el cuchillo del cinturón, pues si que se lo había llevado todo, pero ha vuelto y no puedo evitar preguntarme por qué.
- ¿Por qué me has ayudado? – le cojo por sorpresa y me mira extrañado.
- ¿Y por qué no? No me gusta este juego, y no voy a permitir que me digan lo que tengo que hacer. 
- Llegará un momento en el que tengas que matar a alguien para sobrevivir. No podrás huir eternamente.
- ¿Quién ha dicho nada de huir? – otra vez esa sonrisa perfecta.- Tengo un plan, si funciona, todo esto acabará, y sobreviviremos. ¿Me ayudarás?
Sobrevivir, por primera vez desde que comenzaron los juegos me lo planteo, podré salir de aquí y volver con mi familia. Es todo tan idílico que por un momento creo que puede funcionar, el ruido de un cañón me despierta de mi ensoñación. Y me doy cuenta de la realidad: estamos totalmente a su merced, no podemos sobrevivir. 
- Como esto siga así moriremos todos en menos de una semana. – dice mirando hacia la ventana tapada.
- ¿Cuántos han muerto? – pregunto intrigado. No recuerdo cuantos cañonazos he oído ya.
- Con este ya van siete. Cinco murieron en la Cornucopia, otro cuando nos conocimos y alguien más cuando estabas durmiendo. - ¿Ha estado toda la noche despierto? 
Me fijo en sus ojos, son del mismo color que su pelo y brillan con la luz del sol. Están un poco hinchados ¿Estaba cuidando de mí o simplemente haciendo guardia por si llegaba un tributo con ansias asesinas?
- ¿Y cuál es tu plan para sacarnos de aquí? 
- No puedo decírtelo. – Abro mucho los ojos.
- ¿Si no me lo dices cómo quieres que te ayude?
- ¿Vas a ayudarme?- su sonrisa se ilumina cuando me mira perplejo. Como decirle que no a esa sonrisa.
- Iba a ayudarte, pero no sé como hacerlo si no me cuentas que piensas hacer. 
- No puedo decírtelo. Nos vigilan, ¿recuerdas? Ahora mismo nos están viendo y no voy a dejar que sepan como puedo vencerles. – Oh no, no ha dicho eso. Se van a enfadar y mucho. Y no tengo ningunas ganas de ver a los repipis del Capitolio enfadados. – Confía en mí, por favor…
Sus ojos me dicen que no miente, por alguna extraña razón que no logro entender confío en él. Tal vez sea esa sonrisa risueña, o la inocencia y sinceridad de su mirada. 
- Bueno, no tengo nada que perder, iba a morir tarde temprano, al menos moriré intentando salvarnos. – suelto con fingida indiferencia.
Vuelve a sonreír. No lo hagas más, es imposible no darle la razón en todo cuando sonríe. Y así empezamos a desayunar. La piña está deliciosa, hace horas que no como, pero me parecen siglos. Mientras terminamos el desayuno me cuenta que pertenecía al Distrito 3, la chica que venía con él había muerto entre el fragor de la batalla, se había empeñado en hacerse con una pistola, pero parece ser que alguien se le adelantó. Chanyeol quería salvarla a ella también, pero mientras todos corrían hacia el cuerno se fue en dirección contraria así encontró este sitio. Cuando terminamos la piña decidimos husmear en las decenas de cajas que nos rodean por si encontramos algo que pueda ser de ayuda. En la mochila por su parte había una linterna, una cuerda, una manta, y algo que supongo que son galletas, aunque bastante rotas. En cambio la mayoría de las cajas están llenas de libros antiguos y figuritas de gatos y pájaros envueltas en papel de periódico. Me detengo a mirar las noticias de uno de los papeles que rodean a un feísimo gato blanco de porcelana con cara de malas pulgas. Está amarillo y arrugado, la fecha es de hace treinta años, habla de una guerra, imágenes de tanques y ametralladoras aparecen por todas partes. No lo entiendo, en clase de Historia no nos han hablado de una guerra hace treinta años. Supongo que el Capitolio se lo ha inventado al igual que el paisaje, para que quede más trágico. Entonces suena un golpe fuerte y seco abajo, y un disparo. Chanyeol y yo nos miramos. Parece que nos han encontrado y no tenemos salida.


@l

Fic EXO Parte 1

Todo está oscuro, veinticuatro círculos rodean a un gran cuerno metálico repleto de mochilas y armas, o eso supongo. Intento mirar alrededor, la oscuridad de la noche y la espesa niebla no me dejan ver más allá de dos metros de mí. Entonces ocurre, un intenso gong suena. Por un momento no sé lo que está pasando, el sonido del gong sigue resonando en mi cabeza, acompañado por los gritos de los tributos, que se han lanzado a la batalla, y por cañonazos invisibles. ¿Qué hago? Me encuentro totalmente paralizado, si corro ahora hacia la cornucopia encontraré una muerte segura, pero no puedo irme sin coger al menos un machete. No sé en qué clase de paisaje me encuentro y necesito algo con lo que defenderme. 
Y corro, corro hacia el gran cuerno sin pensármelo dos veces. La niebla no me deja ver nada y algo hace que tropiece y caiga al suelo. Siento como la piel de las rodillas y las manos ceden al rozamiento del suelo, pero no me importa. Cuando me giro descubro el cadáver ensangrentado de una chica, retrocedo asustado pero entonces oigo a alguien acercarse. No, tengo que irme de allí rápido. Descubro que la chica había conseguido hacerse con una mochila antes de ser apuñalada por uno de los tributos. Cojo a regañadientes la mochila y el cuchillo ensangrentado que le sobresale del pecho, y siento una punzada de dolor al hacerlo, pero no hay tiempo de sentir pena, tengo que salir de ese baño de sangre. Me levanto y corro más de lo que he hecho en toda mi vida, no veo a donde voy, simplemente me alejo del tumulto de la batalla. No quiero ver más gente muerta, no lo soporto. Nos hacen matarnos unos a otros por diversión, es repugnante. Siempre pensé que cuando llegara el momento me negaría a asesinar a nadie, no sería capaz, aunque sé que moriré pronto. Al menos he batido mi propio récord, no he sido el primero en palmarla, mis “amigos” del distrito estarán desilusionados después de perder sus apuestas. De pronto choco contra algo cilíndrico y duro, ¿un árbol? No, está muy frío para ser una planta. Miro hacia arriba, un pequeño punto de luz se distingue entre la oscura neblina, ¡Es una farola! Me miró las manos llenas de piel levantada y pequeñas gotas de sangre. Ahora me doy cuenta, estoy en una ciudad. Un paisaje muy peculiar, aquí no hay lugares donde esconderse, ni donde encontrar alimentos. Un rápido ruido rasga el aire dividiéndolo en dos ráfagas que me revuelven vagamente el pelo y siento un fuerte pinchazo en el hombro, miro atrás, tengo una flecha clavada y una mancha rojo oscuro se extiende por mi blanca camiseta. Oigo el aire dividiéndose de nuevo y me agacho rápidamente haciendo que me estremezca por el dolor del hombro. ¿De donde vienen las flechas? La niebla comienza a disiparse debido al movimiento del aire, pero no es suficiente. Entonces escucho rápidos pasos, me levanto como puedo y me escondo en lo que supongo que es un callejón entre dos viejos edificios y escucho voces.
¿Dónde está ese idiota? – dice una voz aguda y melódica
¡¿No le has dado?! – responde un hombre claramente cabreado. – Eres una inútil.
¡Pues haber disparado tú! Además, estoy completamente segura que le he dado ha alguien, la flecha no puede haber desaparecido ella solita. – oigo un refunfuño de su compañero. Están bajo la farola, a menos de tres metros, por suerte la oscuridad y la niebla me camuflan.
Bueno, si está herido no llegará muy lejos, pero no se te ocurra fallar otra vez o la próxima muerte será la tuya. – dice en tono amenazador.
De pronto alguien me sujeta el brazo izquierdo y con una mano y con la otra me tapa la boca con fuerza. Intento mover mi otro brazo, pero la flecha está empezando a surtir efecto. Tienen razón no voy a llegar muy lejos. Aun así intento desasirme de mi agresor, no logro verle la cara en la oscuridad, pero tiene unas manos tan grandes que casi me cubre la cara entera con una sola. Un estruendoso cañonazo hace que deje de resistirme un par de segundos.
Ha muerto alguien más. ¿Cuántos van ya? – dice la chica de la flecha.
A quién le importa, vámonos, necesitamos encontrar un sitio donde descansar.
Se escuchan sus pasos alejándose y siento la flecha hundiéndose en el hombro, casi olvidaba que me tienen retenido, pero sea quien sea parece haberse calmado y me suelta el brazo.
Me giro y ahora lo puedo ver, es un chico, más alto que yo de pelo cobrizo y cara inocente. Ambos nos miramos con detenimiento, como sopesándonos, no creo que sea peligroso, aún así no me quita la mano de la boca.
Quiero que te quedes muy quieto y no digas nada. – susurra.- Voy a sacarte la flecha y a vendarte el hombro. ¿Me prometes que estarás callado si quito la mano? – lo miro con sorpresa, ¿va a ayudarme? 
Este juego macabro consiste en matarnos, no salvarnos. Aún así asiento, no puedo evitar confiar en él, tengo la extraña sensación de que me ha salvado de esos dos. Aparta la mano despacio y me mira de nuevo y después se mira la mano.
Me has llenado la mano de babas- dice divertido. No sé como reaccionar a eso.
¿Quién eres? – pregunto intrigado.
Alguien a quien no le gusta este jueguecito. – responde con tristeza. – Ven conmigo.
Sin esperar mi respuesta me agarra del brazo y me lleva por el interior del callejón hasta una vieja puerta de madera. Entra sin pensarlo y yo con él, y la cierra con un cerrojo oxidado que casi no se puede mover. Cuando mis ojos se acostumbran a la inmensa oscuridad que reina logro ver a mi acompañante que me guía a través de unas deterioradas escaleras a un primer piso. Aparezco en sitio espacioso, lleno de cajas y un sofá de hace dos siglos, todo cubierto por una gruesa capa de polvo. La estancia está rodeada de ventanales tapados a conciencia con grandes tablones de madera, de manera que casi no se puede ver el exterior. Tampoco habría mucho que ver con tanta niebla. Aún así una farola ilumina, con pequeños rayos luz anaranjada que se cuelan entre los tablones, parte de la habitación. ¿Cómo habrá descubierto este sitio tan rápido? Solo hace 20 minutos que sonó el gong de la salida.
Ven aquí. – dice mientras me conduce hasta el ajado sofá. 
Se pone detrás de mi y me quita la mochila con cuidado de no rozar la maldita flecha, que se esta cebando con mi hombro. 
¿Me dejas tu cuchillo? – me dice desde atrás señalándome el cinto, donde me enganché el cuchillo de la chica muerta antes de huir. 
Lo desengancho y se lo doy, aun está manchado de sangre y temo que crea que fui yo quien la mató, aunque por otra parte, estamos aquí para eso, pero no menciona la sangre. Coge el cuchillo y me rasga la camiseta por debajo de la flecha, cogiéndome por sorpresa.
¿Qué haces? – digo ruborizándome, no es el mejor momento para quedarme medio desnudo.
Necesito quitarte la camiseta para arrancarte la flecha - dice apartando los restos de tela.
¿Arrancar? Prefiero que no. – digo pensando en lo que dolerá eso.
Me da igual lo que prefieras. ¿Preparado? A la de tres. –siento como sujeta la flecha con fuerza. Cierro los ojos y aprieto la mandíbula, esto va a doler. – Uno, dos…
Un intenso pinchazo recorre todo mi ser, desde la herida hasta la punta de los dedos de los pies. No grito, pero no puedo evitar que se me salten algunas lágrimas. De pronto siento que me mareo y el chico logra salvarme de una tercera cita con el suelo. Y entonces me desmayo. 

@crispiisdemiel

lunes, 22 de abril de 2013

#Imagina Yesung

#Imagina que, como todas las mañanas haces, sales a pasear al parque de enfrente de tu casa. Hoy, lunes, está especialmente precioso. Las plantas aún están húmedas por el rocío de la noche y brillan bajo el débil sol de la mañana de una forma especial. A ti te parece tan mágico que no puedes entender como hay personas que no se fijan en este tipo de cosas. Así pues, sacas tu cámara de fotos dispuesta a captar la belleza de lo que las demás personas ignoran. Justo vas a hacer una foto a una pequeña flor roja brillante cuando escuchas el sonido del disparo de una cámara distinta a la tuya y, al levantar la cabeza ves como un chico de estatura media alta, con gafas de sol y muy tapado baja su móvil sonriendo y te dice un poco ruborizado "Perdona, iba a trabajar cuando vi este lugar... Me pareció precioso y quería hacerme una foto en el, pero, cuando te vi a ti pensé... ¿Qué hay mejor que una foto de un lugar precioso siendo fotografiado por una persona preciosa?" luego tosió y miró a otra parte avergonzado. Tu te levantaste rápidamente y le dijiste que no importaba mientras sonreías nerviosamente, el chico se acercó a ti y te dijo "Ahora no tengo tiempo para hablar, pero mañana a la misma hora pasaré por aquí. Espero verte." y justo después sacó un bolígrafo, te apunto "@shfly3424" en la mano y dijo "Míralo esta tarde cuando tengas tiempo" automáticamente después se marchó. Esa misma tarde entraste en twitter y cuando empezaste a meter la clave te diste cuenta de lo familiar que se te hacía. Cuando le das al intro aparece el perfil de Yesung y un nuevo tweet que tiene de título "No hay nada más bonito que una persona preciosa fotografiando algo hermoso" y tu foto.

#Imagina Donghae

#Imagina Era un día lluvioso. Las calles encharcadas y el ambiente solitario hacían que no hubiera nadie por las calles. Sin embargo una persona, y solo una, andaba bajo la lluvia sin inmutarse siquiera de cuan mojada estaba. Tú. Que recorrías un mismo camino una vez tras otra. Te dolía la cabeza y notabas como los pies se te iban magullando a cada instante más… Entonces “¿Por qué no parabas?” te preguntaste, ya no sabías ni lo que hacías allí pero, de repente, un recuerdo te vino a la cabeza. Se te nubló la vista y las lágrimas empezaron a rodar por tus mejillas, las piernas te fallaron y caíste al suelo con un sonido sordo. Te incorporaste, pero ya no te levantaste, no tenías fuerzas. No podías más. Miraste hacia delante y viste el recuerdo de aquel chico que tratabas de olvidar. Recordaste como él te recogió de un día como aquel, lluvioso y frío… Estabas perdida cuando él te encontró en este lugar. Justo donde tú te hallabas. Rememoraste como te sonrió a pesar de tu aspecto desaliñado y como, de la mano, te llevo a su casa. Esa casa que estaba justo delante de ti y que tú mirabas mientras llorabas. Él nunca te preguntó sobre tu vida, nunca se interesó por tu pasado. Solo supo ver el presente y el futuro. Te cuidó y ayudó. Pero sobre todo, te dio un hogar. “Cuando me siento mal me gusta darle vueltas a la manzana, no sé, me calma” te dijo una vez avergonzado, y eso hacías tú. Inconscientemente te levantaste otra vez y empezaste a andar hacia delante, hacia aquella puerta y hacia los recuerdos que tratabas de bloquear. Cogiste la llave de tu bolsillo y la introdujiste en la cerradura. Se abrió. Temblorosa entraste y, por unos segundos creíste que no había pasado nada. Pero entonces la viste, aquella carta que era la causante de tus problemas. Fuiste hacia ella y la cogiste con rabia “Maldita carta” gritaste mientras la rompías. Viste como los trozos caían al suelo y de entre ellos distinguiste algunas palabras. “Fallecido”, “Militar” y “Valiente”. Esa persona ya no estaba y no estaría más. La amabas más que a nada en el mundo y… Se había ido. No lo podías creer pero así era. Estaba muerto. Cuando pensaste en esa palabra saliste corriendo de aquella casa y al bajar los escalones de la entrada resbalaste golpeándote fuertemente la cabeza. Lo último que viste fue sangre. Tu propia sangre. La primera vez que te despertaste estabas sola en una sala blanca. La segunda viste a una enfermera pero no pudiste hablar. La tercera vez no te dignaste a abrir los ojos pero la cuarta vez viste a alguien. Un chico que dormía a los pies de tu cama. Extrañada estiraste la mano y la tocaste. Acto seguido empezaste a llorar. De repente el chico se despertó y miró a todas partes preocupado. Te vio. Y cuando lo hizo se quedó callado mirándote con expresión de dolor en la cara. Tú reíste y dijiste “Creo que esto me está afectando a la cabeza DongHae… Te estoy viendo. Estás aquí ¿Sabes? Nunca te lo he dicho antes… Gracias… Gracias por quererme cuando nadie lo hizo… Ojalá te lo pudiera haber dicho” Entonces sentiste un tirón brusco en tu mano y notaste su cuerpo rodeándote con fuerza. “Puedes. Fue un error. No me he ido. No me iré. Estoy aquí. Aún te amo. Y siempre lo haré”.

#Imagina Yesung

#Imagina que es el último concierto que Yesung va a dar antes de irse a la mili y tu has ido hasta Londres para poder verle. Has conseguido llegar a primera fila y llevas una bandera de España. Estás escuchando lo que dice mientras tratas de aguantar las lágrimas. Notas que el mundo se te cae encima por momentos, te sientes impotente, quieres decirle algo... pero no puedes. Sin embargo, tu sigues pensando una forma de hacerle saber que las ELFs siempre esperarán por el, que por mucho que tarde mientras que regrese estará bien. Lo miras y empiezas a pensar intensamente "Mírame, mírame" y para tu sorpresa lo hace. Tu haces un corazón con las manos y le gritas llorando "¡¡¡ELFs in Yesung!!!!" entonces el se acerca a ti sonríe tristemente, te limpia las lágrimas y te dice "MUCHAS GRACIAS" en Español mientras que es el que llora.

Don't leave me (Fic Shinee. 1ª parte)



Notas: Canción para este capítulo: Mine - Jaejoong
                                                                                                                                                                               Él no sabía bien por qué se encontraba ahí. Todo a su alrededor parecía extraño y peligroso. Los zumbidos de los terribles cañones de los tanques resonaban a su alrededor. Escuchaba los gritos de sus compañeros y el resonar de las ametralladoras estadounidenses. Haciendo un pequeño esfuerzo, se asomó por encima del parapeto de tierra y arena tras el cual se encontraba refugiado del fuego. La visión que contempló lo dejó desolado.  El campo de batalla estaba sembrado de los cuerpos de sus camaradas y de los enemigos. Algunos estaban heridos de gravedad o mutilados, otros ya habían fallecido. Asustado y desolado, volvió a ocultarse tras la muralla improvisada. Desesperado y a punto de llorar, cerró sus ojos y comenzó a murmurar una oración temblando. Su rostro estaba cubierto de tierra y de sangre que manaba de una herida en su sien provocada por la metralla de un proyectil.
No había sido su idea alistarse en el ejército japonés. Fue obligado a ello. En su pequeño pueblo de Corea, las autoridades niponas (dado que Japón estaba ocupando su país) habían instado a engrosar las filas a todo joven mayor de 17 años para combatir contra EE.UU. El tuvo la mala suerte de tener  18 años.  Echaba de menos a su familia, su casa, las tardes de verano en el jardín… Él no servía para el ejército. Era un chico calmado, aniñado… no, no estaba hecho para la guerra.
-¡TAEMIN! ¡Ayúdame, por favor!                                                                                                                             
El chico se giró angustiado al oír gritar su nombre. Conocía muy bien esa voz. Sus suposiciones se confirmaron al ver al su amigo Minho arrodillado apretándose el costado derecho con ambas manos. De él burbujeaba una cascada carmesí.
Minho también era coreano, y había sido reclutado de otra ciudad más alejada. Los dos compartían una muy buena relación de amistad, se apreciaban mutuamente, y compartían sus secretos.  Todavía recordaba el día que lo había conocido.                                                                                   

“-Hola, tú debes de ser de los nuevos soldados.  Encantado, me llamo Minho y también soy coreano. ¿Cuál es tu nombre?                                                                                                                      
Taemin se giró. Un chico alto y de complexión atlética se encontraba detrás suyo. Tenía una voz grave y una sonrisa amistosa.                                                                                                                     
-Me llamo Taemin. Encantado de conocerle.                                                                                                   
-No hace falta que me trates de usted, no debo de ser mucho mayor que tú.- Sonrió. -¿Te ves capacitado para luchar?                                                                                                                                            
-A decir verdad, no he venido por propia elección…                                                                              
El mayor le dirigió una mirada compasiva. Lo comprendía. El chico parecía demasiado inocente como para estar en un lugar así, lo mejor que debía de hacer era cuidarlo.                                                                                                                           
-No veremos cosas agradables… Pero ten por seguro que voy a estar a tu lado, pase lo que pase, ¿sí?                                                                                                                                                                            
-Muchas gracias, hyung.- Sonrió mientras Minho le palmeaba la espalda. En verdad Taemin parecía su hermano pequeño.

Al ver su estado, Taemin reprimió un grito de horror tapándose la boca con ambas manos.             
  -Minho…  Dios mío. ¿Qué te han hecho?- Dijo con los ojos vidriosos mientras tumbaba a su amigo detrás de la trinchera y le quitaba la parte superior del uniforme para envolverle la cintura con ella, a modo de torniquete, tratando de no hacerle más daño.                                               
-Un americano… Me ha disparado… ugh…- Tuvo que parar porque una sacudida de dolor recorrió su cuerpo. Taemin se dio cuenta de que perdería la consciencia en poco tiempo. Tendría que quedarse a su lado.                                                                                                                          
-Minho, no te preocupes, nos quedaremos aquí, no pasará nada…- Dijo entre lágrimas el pequeño mientras le apretaba la herida. Su compañero había cerrado los ojos y respiraba con dificultad por el dolor. Ya estaba completamente inconsciente. Desesperado, Taemin se levantó, ignorando el peligro.                                                                                                                            
-¡Necesitamos ayuda aquí!- Exclamó ondeando con los brazos.                                                                             
De pronto, una granada de mano aterrizó cerca suyo. El joven soldado, presa del pánico, arrastró a su malherido amigo Minho lejos de allí, pero antes de que se lograsen poner a una distancia segura, el explosivo se detonó, lanzando una oleada de metralla. Taemin se giró intentando cubrir a su compañero, mientras notaba las aristas de metal desgarrar su traje. “¿Es así como se va a acabar todo? ¿Ya está? Qué triste…” pensó mientras cerraba los ojos aferrándose al brazo de su mejor amigo y perdía el conocimiento también.

Taemin se despertó. Desconcertado, recorrió con la mirada el lugar. Estaba en un lugar que parecía un hospital. Se encontraba rodeado de camas limpias con sábanas blancas. En algunas de ellas se encontraban chicos que también serían soldados. Unos dormían y otros eran atendidos por enfermeras con batas inmaculadas que les limpiaban las heridas. Bajó la mirada hacia su pecho, y se dio cuenta avergonzado de que estaba casi desnudo. Lo único que le cubría eran unos calzones y un vendaje que le rodeaba todo el pecho. Se tocó la frente y comprobó que también tenía vendada la cabeza.                                                                                             
-¡Doctor! ¡Doctor Onew! ¡Venga rápido, se ha despertado!- Exclamó una enfermera de larga melena oscura.      
 Taemin miró extrañado hacia la puerta al ver a un hombre joven con una bata entrar. Suponía que sería ese tal Doctor Onew. Por el nombre, debería de tener su misma nacionalidad, algo que agradecía mucho.                                                                                                              
El hombre de la gran sonrisa se le acercó y se sentó en su cama.                                                                  
-¡Buenos días, campeón! ¿Qué tal has dormido?                                                                           
El chico de labios gruesos miró incrédulo a Onew. Este hizo un pequeño gesto de contrariedad.                                                                                                                                                                
-Claro… probablemente no te acuerdes de nada… ¿Puedes decirme tu nombre?             
-T… Taemin…                                                                                                                                                  
El doctor le acarició la cabeza todavía vendada. Ese chico inspiraba mucha ternura.    
-Bueno, Tae. Estás en el hospital para soldados. Llevas inconsciente una semana, más o menos. Tienes algunas costillas rotas y el tobillo fracturado… tuviste suerte de que te encontrase tu compañero.- suspiró Onew.                                                                                                      
El joven bajó la mirada, cuando de pronto se acordó de algo. Minho.                                    
-¿Y Minho? ¿Está bien?¿Está muy herido?- Se sobresaltó levantándose brúscamente, lo que hizo que su caja toráctica crujiese y se le escapase un grito. Onew, asustado, le sujetó la espalda y le ayudó a tumbarse de nuevo.                                                                          
-El soldado Minho no estaba contigo.- Dijo extrañado el joven doctor.                                        
-¡¿Cómo que no?!  Yo lo estaba cubriendo… Estaba herido…- Murmuró Taemin notando cómo se le empañaban de nuevo los ojos.                                                                                    
-Tae, cuando te encontramos… No había nadie a tu lado, estabas solo, en medio del campo…- Dijo compasivamente el de ojos sonrientes acariciandole la mano para animarlo. Pero el más joven la apartó bruscamente.                                                                                                                   
-¡¿DÓNDE ESTÁ MI AMIGO?!- Gritó entre lágrimas de rabia.                                                                    
-Taemin, por favor, descansa. Haremos todo lo posible por encontrarlo. Ahora tómate esta medicina e intenta volver a dormir. Mañana temprano te harán las curas.- Suspiró mientras le acercaba un vaso con un líquido anaranjado y amargo. Taemin se lo bebió a duras penas. Onew se fue a atender a otro paciente, mientras el más pequeño se volvía a acostar con dolor físico, pero más emocional. Pronto se dio cuenta de que esa bebida tenía un sedante, puesto que sus párpados comenzaron a cerrarse como si pesasen demasiado.
Ese día, Taemin soñó que se encontraba de nuevo en el campo de batalla. Oía a Minho llamarle, pero no lo veía. De pronto, se giró y vio a varios soldados que se lo llevaban consigo. Soldados con la bandera estadounidense en la manga de su uniforme. Trató de correr tras ellos, pero se difuminaron tras una niebla.
“-Ayúdame, no quiero ir con ellos…                                                                                                                                   -Minho, vuelve… no te vayas… Quédate conmigo                                                                                         -Me han atrapado… No puedo volver… No me dejes solo… Taemin… min… min…” 
                                   
CONTINUARÁ